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CAMPAMENTO DE VERANO

7 jun 2015

La soledad de Adán


LA SOLEDAD DE ADÁN (Gn 2, 4-25)



Nos cuenta el libro del Génesis que cuando Dios terminó de crear los cielos y la tierra, después de haber creado en último lugar al hombre a su imagen y semejanza, vio Dios todo cuanto había hecho y le pareció estupendo: “Vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien”.



Plantó un jardín en Edén para regalárselo enterito al hombre que él había formado con polvo del suelo y aliento de vida. Hizo brotar toda clase de árboles, con frutos sabrosos para comer. Por el jardín discurría un río que regaba abundantemente la tierra. De todos los árboles del jardín el hombre podía comer excepto de uno: el que estaba justo en medio, el árbol de la ciencia del bien y del mal. De ese árbol Adán no debía comer nunca, porque hacerlo le traería la muerte y Dios, que había dado la vida, no quería por nada del mundo verlo morir.
Adán tenía encomendada la hermosa tarea de labrar y cuidar aquél jardín precioso, sin embargo, a pesar de disponer de tantas riquezas no se encontraba plenamente feliz. Se sentía solo. No tenía con quién hablar, ni nadie que le contase sus cosas. Aquel paraíso estaba lleno de plantas, de agua, de amaneceres impresionantes y noches llenas de estrellas, pero a fin de cuentas, a él, le parecía vacío. Había demasiado silencio. Además ¿si no tienes con quién compartir tantas cosas hermosas de qué sirve tenerlas? Y eso que Adán conocía a Dios, pero le conocía como creador, pues de Él había recibido la vida y todos los bienes, pero deseaba tener a su lado alguien como él, con quien compartir la vida, el trabajo, y todo lo bueno que recibía de Dios.

Dios se dio cuenta de que Adán estaba triste y se preocupó mucho al verle con esa cara, así que pensó: “no es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Del suelo formó todos los animales del campo y las aves del cielo. El aire se llenó de gruñidos y graznidos, balidos y mugidos y había una algarabía enorme en el jardín del Edén. Aquello parecía una fiesta. Adán se quedó maravillado al ver tal cantidad de seres vivientes. Dios se los iba presentando y pasaban mansamente delante de Adán para recibir su nombre. El hombre puso nombres a todos ganados, las aves del cielo y a todos los animales del campo, pero… al final de ese interminable desfile volvió a quedarse pensativo y es que para él no había encontrado una ayuda adecuada.

Dios, que lo amaba y conocía, volvió a darse cuenta de lo que sentía. Le había hecho mucha ilusión ponerle nombre a cada animal y que ahora el jardín no estaba tan silencioso, pero en ninguno de aquellos seres podía encontrar descanso, ayuda, un compañero igual que él con quien reir y conversar, reflexionar y trabajar, divertirse o descansar. Entonces Dios hizo caer a Adán en un sueño profundísimo que incluso pudo quitarle una costilla sin que se despertara. Y como Dios es así, capaz de crear el mundo de la nada, se puso de nuevo a la tarea. De aquella costilla formó con todo su cariño y cuidado una mujer y admirado de su valor y belleza, la llevó rápidamente ante el hombre para que la conociese. Cuando Adán despertó y vio a la mujer se llenó de asombro y alegría; y tan feliz se sintió que cantó la primera canción de amor de la historia: “ésta si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.

¿Sabes lo que significa este canto de alegría? Es lo que experimentamos todos cuando nos sentimos amados. Caemos en la cuenta de lo mucho que valemos cuando alguien nos mira con cariño, como diciendo: “qué majo eres” “qué bien me caes” o “¡cuánto te quiero!”. Los ojos de quien te mira con afecto son como un espejo que te devuelve la imagen auténtica de tu inmenso valor. Por eso Adán, que hasta ese momento andaba triste y perdido, descubre su identidad. Descubre a Eva, la mujer con quien si puede compartir su vida y también se descubre a sí mismo en la mirada de la mujer. Eva es su propia vida.

Dice el libro del Génesis que “estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro”. No experimentaban la necesidad de ocultarse ante la mirada del otro, de esconderse o de taparse –pues avergonzarse es cuándo piensas “tierra, trágame”-. Este parece un detalle sin importancia, pero es fundamental: sus cuerpos eran como un lago de aguas transparentes en los que se reflejaba la dignidad preciosa que Adán y Eva habían recibido de Dios. Aquella mirada primera del Padre, cuando Él, después de contemplar todo lo creado, lo había visto MUY HERMOSO.

Cuando nos enamoramos de verdad nos sentimos más cerca del cielo, porque descubrirnos preferidos y queridos nos acerca a Dios y nos hace felices. El amor humano, es un reflejo precioso de la mirada bondadosa de Dios Padre, que nos contempla lleno de ternura, con inmenso cariño. El amor conyugal refleja el amor de Dios y por eso ha sido elevado a un sacramento, el sacramento del matrimonio.


¿IGUALDAD- DIFERENCIA- COMPLEMENTARIEDAD?


El ser humano busca amor y no puede vivir sin él, ya que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. Las personas hemos sido creadas para relacionarnos. Esta llamada a vivir en el amor, un encuentro, una relación, se prueba también en lo corporal: hemos sido creados seres sexuados, hombres y mujeres, y nuestro cuerpo sexuado nos recuerda que hay otra manera de existir, diferente a la nuestra, que completa nuestra humanidad. No "tenemos un sexo", sino que "somos" personas que existimos como hombres y mujeres. Ambas maneras de existir compartimos la misma dignidad y estamos llamados a ser semejantes a Dios desarrollando nuestras cualidades o capacidades. 


El hombre y la mujer se complementan a través de su propia naturaleza corporal, psíquica y espiritual. Ambos poseen cualidades que les son propias por su sexo. Hombre y mujer experimentan el mundo de forma diferente, solucionan tareas de manera distinta, sienten, planean y reaccionan de manera desigual. Podemos mirar las diferencias como una amenaza y establecer batallas, “la batalla de los sexos”, o reconocer la diversidad como una riqueza y vivir con paz que necesitamos “al otro” para completar nuestra humanidad.


Lee atentamente y responde a las preguntas:
  1. Según el relato, ¿cómo se sentía Adán antes de encontrarse con la mujer?
  2. ¿Qué dice Adán al conocer a la mujer? Explica sus sentimientos.
  3. Comenta esta frase del texto: “¿si no tienes con quien compartir tantas cosas hermosas de qué sirve tenerlas?”
  4. Comenta: “Estaban ambos desnudos, pero no se avergonzaban uno del otro”.
  5. El cuerpo ¿es bueno? ¿por qué?
  6. ¿Por qué el amor humano es un sacramento?
  7. Explica estas expresiones: hombres y mujeres comparten una igual dignidad, presentan una manera diferente de existir y son complementarios.
  8. Relaciona cada frase del Génesis con su explicación:

FRASES DEL GENESIS

EXPLICACIÓN
“Todo estaba muy bien”

A)Las personas necesitamos a los demás para ser felices.
“Ésta sí que es carne de mi carne”

B)El amor humano, el cuerpo, la sexualidad, son buenos, creados por Dios.
“No es bueno que el hombre esté solo”

C)La presencia de la mujer llena la soledad y tristeza transformándolas en alegría.
 “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne.”

D)Tenemos una llamada, un deseo al amor conyugal. La entrega total del cuerpo es la expresión de la entrega total de la vida.
“Estaban desnudos”


E)Tenían una mirada limpia el uno hacia el otro, no para poseer o dominar.